domingo, 23 de agosto de 2009

Última estación

Me negaba la escritura
en este día gris lluvioso
con aromas a última estación
donde no llega el tren
donde no paran autobuses,
los cristales sucios
allí algunos rotos,
oliendo a plomizo.
Todo el mundo sabe
a qué huele una estación
pero no sé si sabe
a qué huele el final
del viaje de la vida:
¿ceniciento?, ¿monótono?
¿apagado?, ¿lánguido?
Había argollas frías
agrumadas en las botas,
me senté en un banco
de madera carcomida
sacándome los zapatos
vacié grumo a grumo
piedra a piedra
argolla a argolla
al final del viaje
de la vida.

7 comentarios:

amor que soy dijo...

yo quiero que mi estación sea descanso

M. Angel dijo...

Todo el mundo sabe los males de esta vida, unos viven en palacios otros, las calles les cobija.

Placer leerte.

saludos sinceros

François de Fronsac dijo...

saludos y gracias.

Anónimo dijo...

Felicidades Francisco, tu poema tiene una gran sensibilidad, es hermoso.
Besitos

Anónimo dijo...

Bellísimo poema.

Mónica Angelino dijo...

Algo es seguro, amigo, el tren pasa sólo una vez.

Besos.

François de Fronsac dijo...

Un placer saludaros y agradeceros los comentarios.

Un abrazo