DESUNIÓN
La desilusionada duquesa desea
un daiquiri doble para el desayuno.
"El discurso disonante del duque
me duele y daña",
declara ella desazonada.
Un diabólico delirio demente descansa
despatarrado delante de la duquesa
sobre un diván duro y descolorido.
Un desconsuelo desesperado y desdichado
desata desequilibrios desatinados,
destruyendo por dentro a la descompuesta
y desatendida duquesa.
Descorazonada, decaída y desencantada
desea dormir y dormir
para disimular su debilidad descontrolada.
El disoluto y degenerado duque demanda
desdeñosamente diversión.
Sus dedos delicados y dadivosos no llevan
ni dalias ni dulces, sólo dinero.
Distraído disfruta discretamente
de dos doncellas dúctiles y deliciosas,
de dorsos dulces como damascos,
dadas deprisa a su disposición.
Descalzas y desnudas danzan ellas
desenredando sus dorados cabellos
dejando deliberadamente al descubierto
su debilidad (la de él).
Mientras despreocupadas le dan al díscolo déspota
su dosis de placer, el displicente y dominante
Don Juan desea ser su dueño del día.
La duquesa no debe decaer ni en depresiones
ni en dependencias demás. Y si tiene el decoro
no dudar más del dilatado y desagradable divorcio,
aunque le duela demasiado el desinterés
del destructor y desaprensivo duque.
Mientras la duquesa se da un duchazo,
decidida se dice a sí misma:
"¡No más diálogos despreciables!
¡No más destemplanazas!
¡No más dilemas ni dardos de dimes y diretes!
Desastrosos son los desaires y desagravios del duque.
Desde ahora deseo una vida digna
y ser dueña de mi destino."
Marisol Cragg de Mark
2 comentarios:
Vaya que te has lucido Marisol, enhorabuena por esa habilidad mental y esa finura de términos.
jejeje.
Un juego para un divorcio.
Originál y divertido.
Un abrazo
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