miércoles, 28 de abril de 2010

EL TORO

EL TORO


Jadeante como la ardiente escolta de un rufián

se perfila, la noche, en su lomo zaino.


Adineradas miradas centran su espolón

en el semblante recio y mezquino

del que cercena con destreza, el triunfo.


Colibrí de tinte vulgar que arrojas luces sobre el primero;

¡No llores los desaires, ni hullas de cobarde!

Este morlaco bien armado y meleno

de capa castaño coletero, conquistará los medios

desde el chiquero hasta la puerta, donde muerto,

ya será la faena, provecho del torero.


Gradas y andanadas gritan al sol que no muera

sin sentir de lleno, la estocada del picador

que con caballo ciego, relincha el olor

del que sin destino, ha de sufrir el tentar de la puya,

clavada antes de la cruz

para azuzar las ansias y tejer otro destino.


¡Vamos campeón! Pavonea con tus sentidos,

al distraído matador, salta sobre sus ojos secos,

haz que llore la bestia, róbale el capote

y enséñale tus pitones de verónica herida.


Haz que llueva carmesí sobre la arena

ata, ciñe y bate la sangre que nubla el combate.


Recio, certero, cazador de soledades,

hinca en tu huella de pezuña hendida

algunas veleidades, que se confundan

con los luceros, enamorados, del alba,

que de bermellón, escriben la tarde.


Magdalena Salamanca

1 comentario:

Mónica Angelino dijo...

!OLÉ!
Poemazo Carmen!
BESOSSSSS