A orillas de esa playa solitaria
duerme tranquilo un sueño prohibido.
Lentamente nace un deseo reprimido.
A orillas de esa playa solitaria,
Nereida ha llegado buscando el amor.
Su cuerpo vibra, tiembla de ardor.
A orillas de esa playa solitaria,
un marinero se acerca goloso a besarla.
El mar le recuerda a ella en no dejarla.
A orillas de esa playa solitaria
estrellas anuncian dulcemente el hijo deseado.
El marinero y Nereida ya lo habrán procreado.
A orillas de esa playa solitaria
el corazón de la ninfa del mar recobra su calma.
Y el mar furioso le roba al hombre su pobre alma.
Marisol Cragg de Mark
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