martes, 17 de marzo de 2009

ADAGIO INTEMPORAL


Esas horas que pasas pensativo
ante el espejo
intentando descubrir la huella indeleble
de los años oscuros en tu frente.
Esas luces que ahora refleja el mar
como una cascada de sombras
en el atardecer sediento de tus besos,
ya no son torrentes de angustia
como los que habitaron tus noches
y encogieron tu corazón ayer.
Pero sigues horadando el horizonte
con tus ojos
queriendo hallar ese mágico reflejo
que te devuelva lo mejor de tus días
y mientras buscas ansioso esa luz,
los labios dibujan en el cristal
una mueca
que ya no es tristeza.

Del libro Transparencias, Devenir, Madrid 2002

5 comentarios:

Mónica Angelino dijo...

No perder la esperanza, mirarla en el espejo, esperar.
Me gustó.

Saludos.
Mónica

Leni dijo...

No ha de ser triste el paso del tiempo.
Aunque para aceptarlo nos miremos muchas veces en un espejo buscando a huella de esa intemporalidad.
Me gustó mucho tu adagio.


Besos

Alejandra Menassa dijo...

Hola Ricardo, bello, me hizo pensar en el tiempo y la energía que se pierde mirándose las arrugas ( o cualquier otra huella del paso del tiempo). El alma no se arruga, esa sólo crece si la riegas con poesía.
Un beso

Laura Gómez Recas dijo...

Esa mueca del último verso es la mueca, también, del poema. Estupendo final. La arruga es la firma del que ha vivido. Y esa mueca, seguramente más sabia que la tristeza.

Un abrazo,
Laura

Bibiana Poveda dijo...

Los espejos y su misterio. Qué bueno ese final, que no sea la mueca de tristeza... que sea una sonrisa, a pesar de que las luces no sean tan brillantes.
Un gusto leerte y un abrazo cordial!