domingo, 12 de octubre de 2008

Última ofrenda



Leal adormidera la carne, tibia luz
entre la negra flor del tiempo malherido
y el disoluto verde de un insaciable tallo
que abrazado a sus venas persiste con la sangre
en el seno indulgente de la madre que escoge
(como perfecta aya)
del sarmiento y la vid, los deseos y el semen
que la noche reclama.

Detenido en su origen mis pasos imprudentes
recrean los caminos de una mujer oscura
que alargando la sombra despojada a la noche
juega en su alma la suerte
de un hierático asido a sus pecados.

Desahuciada en sí
afronta con su aliento la levedad de
aquella ofrenda última
de tan desnudo cuerpo ofrecido a la carne,
su transparente ópalo ataviado de fuego;
promesa y juramento.

Apocado de ti, de tus flamantes hilos,
el tiempo ha insistido en los abismos,
sellando como estatua mis besos de plomo.


Libro de poemas Un humano cualquiera

1 comentario:

Alejandra Menassa dijo...

Genial Alonso. Y el título del libro: Un humano cualquiera, me gustó, porque es como si dijera que en cada hombre hay un poeta, si trabajamos para alimentarlo.
Gracias, sigo leyéndote.