lunes, 22 de septiembre de 2008

El mundo y la flor




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A veces, tantas veces no comprendo los signos
que acarician mis manos con su verdad y amor
para entrar en la ausencia de un corazón cerrado
que grita cuando calla;

aún deshabitamos prometidos rincones,
días a la deriva,
mientras nos habitamos desconocidos, locos;

quizá porque tengamos miedo de que el amor sea una quimera
y nuestros pasos yerren meciéndose vacíos.

Entra tú en mí, entro yo en ti;
no busquemos razones en hilaturas llanas,
exijamos quebrados, espinosos caminos,
que aunque abruptos nos llevan despojados de sombras;

busca en mi corazón el hilo que se rompe;
busco en tu corazón la hebra que compone

Sin más
deja caer ahora una sonrisa tuya
y el mundo y la flor embellecerán por siempre

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