viernes, 13 de mayo de 2011

Mulhacén o cualquier otra cima en la montaña





La energía y sus flujos a través de la tierra se mueven hacia nuestro cuerpo
y desde nuestro cuerpo hacia la tierra como un todo inseparable,
como la sangre, el aire, el agua,….
Pero la tierra observa sin preguntarnos nada,
solamente nos llama o nos escupe
para dejar a nuestra suerte al futuro expectante:
un crack, un estallido directo a la causalidad,
al efecto directo de nuestras acciones,
karma y nirvana, samsara eternal.

Pero no pienses, ahora no pienses,
siente y observa la belleza de no pensar en nada.


El día no establece la prudencia cuando la nieve alcanza el vacío
y la llanura alaba el prominente blanco de los vértices.
Se derritió la escarcha sobre mi pelo ansioso
con la mirada hambrienta clavada en la quietud de los heleros.
Hay un lenguaje sordo perdido en lo insondable.
Tan solo somos superficie acomodada en la envoltura,
en la corteza que creemos que es la vida.
Y no sabemos nada del mundo y sus misterios.


Me persigue la mar abriendo cicatrices que apuntan al sur.
Pero no lloraré a un paraíso en otro paraíso.
No puedo reinventarme un sol ni culpar a la luna por la huida del fuego.
¿Qué hueco, qué oquedad toca un nocturno con los silbidos del viento?
¿Acaso no concurre en las alturas el oblicuo borrón de los labios que proclama el océano?
Para cumplir su ciclo, desde el mar y la nube, el agua se alza sobre vías y barrancos
como una hoja transparente para purificar la vida y ser paz para el hombre.


(Buscándome las huellas presentí tus secretos, las piedras y cenizas que albergaron tus siglos, tus surcos y colores, quería mirar la luz sobre tu cara, Mulhacén. No acudieron a mí la agudeza del pájaro ni los cuerpos amantes para salvar la incertidumbre. Los hilos de la nieve y mis pies fueron tan frágiles como un pueblo dormido ante el fragor de los volcanes. Como el dolor, la cumbre es transitable, pero como el soldado que regresa a la guerra los huesos sienten vértigo sobre el peñón magnético, es como una batalla que te intimida y atrae).

Sin paraísos que acoger
¿quién podría caminar sin estos fuegos
por las delgadas capas de los sueños?
La cima es solo un punto en la distancia,
una canción desentonada y fría en un lugar perdido en lo más alto de la nada.

Pero tejidos a la bruma renacieron los símbolos,
la montaña giró hacia nosotros
y en un frío absolutamente hermoso
mis pasos en la nieve se crecieron.



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Cuenta la leyenda que el rey moro Mulay Hasan, uno de los últimos reyes del Reino de Granada, por los cristianos llamado Muley Hacén, hastiado del trato con las personas que lo rodeaban, entre estas, su propia esposa Aixa y su hijo Boabdil que capitanearon una rebelión contra él, ordenó que a su muerte, para estar cerca del cielo y alejado de la gente, fuese enterrado en el lugar más alto e inaccesible de su reino. Del nombre de este rey nazarí proviene el nombre de la cumbre más alta de la península ibérica: Mulhacén, 3.479m.
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Dedicado a todos los amantes de la montaña y de manera muy especial a mis compañeros de expedición: Pilar, María del Mar y Luis.
Mención especial a Charo y Carmen del Refugio Poqueira que nos dieron todo tipo de información y facilidades además de una cena y un trato exquisitos.

Alonso de Molina
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