Me gusta tu cuerpo
encontrar en él la cara oculta de la moneda,
encarnar su sabor en mi boca y
saciar el ansia voraz de esta duda que me combate.
Tal vez la noche agite los perfumes de la muerte
y sea necesario desenfundar las armas,
para defender, en esta encrucijada,
la voz de la desidia.
Volátil y áspera, la desidia, es un ejército
de vientos grises que confunden las aguas
con monstruos de presagian la catástrofe.
Es como un opuesto pensamiento de no se detiene
y apelmaza, y comprime, y destruye la vida.
Sí, me gusta de tu cuerpo,
ver surgir de él espejos, como guardianes
que escoltan mi reflejo y exhalan esas bestias,
que sofocan y palpitan enfurecidas en el alma.
Brillos de nácar como difracciones que me buscan
y rocían mi mirada de irisados tonos que huyen de la violencia.
Soy del verdugo
el aplauso del corazón cuando te acercas,
la membrana caprichosa que empuña un susurro
y que misteriosa, permanece en las palabras, para nombrarte.
Magdalena Salamanca
3 comentarios:
Destaco la contraposición entre el verdugo y el amante, con un tinte sensual incombustible...
Besos,
Laura
Sí, me gusta de tu cuerpo,
ver surgir de él espejos...
Soy del verdugo
el aplauso del corazón cuando te acercas...
Qué versos!! por favor!! Qué versos!!!
Exquisito poema Magdalena, te felicito!
Besitos
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