miércoles, 22 de julio de 2009

Desde la piscina

Desde el borde de la piscina
el agua era incolora y transparente,
un diamante
descomponiendo la luz.
Vi el arco iris
disperso, tallado en gresite
absorbiéndola blanca
la devolvía refractada.

Sentí una fijación sobre mí,
una sirena de senos floridos
me llamó para, en la luz amarilla,
adivinar lo oculto,
escuchar los ecos
de caracolas susurrantes.
Sus enormes ojos de mañana
eran solideos sonrosados
llamándome a adivinar el secreto.

Me dejé llevar
por aquella mirada
y aspiré tu piel,
derretida en mi boca,
como cada uno de tus ingenuos encantos.
Tú, amasada a caricias.

Me emborraché de tu piel,
era la brisa que aspiraba
mientras
reclinabas
tu cabeza en mis rodillas.

Mi mano, amasadora de caricias,
quiso tocarte
pero me la apresaron y surgí
de nuevo a la vida
arrancado del asfixiante mundo
donde pretendí ver
las delicias de tu piel.

2 comentarios:

M. Angel dijo...

Francisco Javier, placer saludarte y leer tu poesía.

ME DEJÉ LLEVAR POR AQUELLA MIRADA Y ASPIRÉ TU PIEL DERRETIDA EN MI BOCA.

Saludos sinceros

François de Fronsac dijo...

Gracias, M.Angel.