Son como instantes de silencio
los besos que envuelven mi piel
antes del delirio.
Jugar a ser del cuerpo su melodía
su ambivalente naufragio.
Romper el equilibrio del cielo
que se alterna entre tus manos y las mías
recorriendo vértices,
uniones a un mundo sin voz,
que nos observa
sin saber, qué pasará después.
Inundados de oscuridad
flameamos las sábanas con ternura,
deshacemos las horas
mientras obturamos con rivalidad
todas las aberturas del encuentro.
Con la mínima certeza,
con verdadera inquietud,
la habitación respira asmáticamente
cada caricia, cada dilema;
las miradas detenidas,
tus ojos se retuercen ávidos,
ansiosos de mí,
me buscan pero yo...
Yo, reconstruyo una a una mis vértebras
que se yerguen ante ti,
como tú antes, frente a la desnuda silueta,
verdad incandescente
que me plantea por momentos la muerte,
y se sostiene sola,
mientras asciende entre mis pechos,
hacia mi boca.
Como manjar de textura firme y tacto de melocotón,
me hundo para encontrarte en los huecos del alma,
mientras mi lengua sigilosa,
enloquece hirientemente, sin vergüenza,
con la papilas desatadas al sabor de tu piel,
al ridículo desastre de una catástrofe natural.
Ya te dije que el mundo nos mira,
y tú, te retuerces como escorpión herido,
mientras el goce te condena
en este infierno de pasión.
Llamas de viva luz,
vientos de intensidad máxima,
explosiones nucleares,
cenizas...
Todo, quedó destruido,
ningún resto, nos delatará.
3 comentarios:
un texto que se abraza al fuego: "ningún resto, nos delatará"
mucho erotismo que se lee con agrado
un fuerte abrazo Magdalena
.
..."infierno de pasión"... si es así, todos desearíamos arder entre esas llamas.
Un beso.
Muy apasionado y bello.
Saludos!
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