miércoles, 20 de mayo de 2009

TENGO UNA CORAZONADA. A la campaña Madrid 2016 para las olimpiadas (casi un poema épico)



Casi ocho siglos antes de que a ti te inmolaran en la cruz
para lavar la culpa que los hombres abrigaban en sus corazones
por su único pecado: haber deseado por demás a su madre,
haber abrigado hacia su padre hostiles sentimientos.

Allí, en el santuario de Zeus, cuando el amor era una historia de los dioses,
Olimpia se alzaba serena y misteriosa entre todas las ciudades,
y los pies de los atletas se llagaban sobre sus calles, dejando en el empedrado
pedazos de su piel.

La primera prueba fue la carrera, porque correr corremos todos
hacia la muerte, esa dama insomne que nos espera con los brazos abiertos,
porque huir, huimos solamente de nosotros mismos,

Después el lanzamiento de disco y jabalina, quizás
porque Apolo enamoró a Jacinto, el niño más hermoso de la tierra,
y cuando se cansó -los dioses son crueles en sus caprichos-,
le lanzo un disco que cayó entre sus ojos y segó esa ortiga dorada
que crecía hasta entonces imparable: la vida del muchacho.

Y las luchas cuerpo a cuerpo, porque el hombre también tiene sus tendencias
a acortar la distancia entre sus manos y la garganta del rival,
y así al menos, en un juego, con límites, abandonará en el ring a su bestia, y esa noche]
amará a su mujer o escribirá un poema, el odio exorcizado después de la batalla.

Se llamaba Pancracia este tipo de lucha, porque cuando dos hombres se pelean,
suele haber una hermosa mujer luciendo su belleza en sus pupilas.
Y el salto de longitud, porque la vida es eso: saltar obstáculos,
desde un charco en el suelo hasta la muerte, que cada día nos asalta y esquivamos.]

Y esta Olimpia donde los hombres competían por ganarse a si mismos y a sus
fantasmas, como una mujer enorme, con sus senos pletóricos,
detenía la guerra, ya no era necesario competir por las tierras, porque se competía por ella,]
para ofrecer a Olimpia, la mujer que cambió cuatro veces su nombre,]
madre del gran Alejandro Magno, conquistador de Persia, su victoria.

Y el soldado Filípides, que recorrió cuatrocientos años antes de que tú nacieras]
un gran trecho, con el tesoro de su último mensaje sobre la batalla de Maratón,
y el hombre que tiene por costumbre convertir en juego o en mito sus hazañas
para inmortalizarlas, incluyó el maratón entre sus pruebas.

Y hoy Madrid será la sede del Olimpo, se cubrirá de Joyas, y hermosa cómo es, dejará que Zeus sea esta vez su patrón, desplazado a Neptuno,
se entregará a los atletas prodigiosos y a los turistas
ansiosos de su sol y de su cielo luminoso, porque esta vez,
aunque no sepamos lo que es eso, todos tendremos corazón,
al menos el instante preciso de alumbrar esa corazonada,
de poner en el pecho nuestra mano, como nos enseñó Doménikos Theotokópoulos,]
griego maravilloso – y otra vez Grecia entrará en nosotros- ,
y con la mano allí, gritaremos: Madrid, mujer hermosa, te entregamos al Mundo,]
para que tú también albergues en tu vientre las huellas de tu olímpica proeza.


Alejandra Menassa de Lucia

14 comentarios:

Angeles Fernangómez dijo...

Alejandra, qué repaso por la mitología para llevar el Olimpo a Madrid.
Un abrazo

Alonso de Molina dijo...

de este repaso del catálogo olímpico, este verso:
"el hombre también tiene sus tendencias
a acortar la distancia entre sus manos y la garganta del rival" de manera especial me ha dejado con los ojos puestos en el, por lo certero y agudo. Tambien me ha gustado la analogía del salto de longitud con los obstáculos que la vida impone; otro gran poema "alejandrino" que te aplaudo con admiración.

.

Laura Gómez Recas dijo...

¡Caramba, Alejandra! Me has dejado boquiabierta. Hay que hablar con el alcalde.
Es un deleite este viaje que nos has dejado aquí. Evocaciones verso a verso, mil imágenes. Grecia y Olimpia.
Me uno a Alonso: ese verso de la distancia entre las manos y la garganta del rival me ha hecho detener la lectura.

Laura

Dean dijo...

Sería un himno maravilloso, ojalá fuera tenido en cuenta para el evento. Es para sacar pecho.
Un saludo.

Bibiana Poveda dijo...

Qué bello, Alejandra! Por esas cosas de la vida, tuve oportunidad de conocer Olimpia, y realmente, volví a reconocerla en tus memorables versos.
Que sea un himno, sí!!!!
Un abrazo grande!!!

Alejandra Menassa dijo...

Hola Ángeles, estoy un día sin pasar y al volver me encuentro esto, ¡Qué maravilla!, gracias Ángeles por tu comentario, un abrazo.

Alejandra Menassa dijo...

Gracias Alonso, la agresividad es inherente a lo humano, cada uno se las arregla con ella como puede, a algunos nos basta con la escritura.
Un beso y gracias por tu comentario

Alejandra Menassa dijo...

Hola Laura: ¿Tu crees que debo mandárselo a Gallardón?, jeje.
Besos y gracias por tu amable comentario.

Alejandra Menassa dijo...

Gracias Dean, uf, creo que después de leer tantos comentarios de esta índole tendré que darme una ducha fría para bajar el ego, jeje.
Besos

Alejandra Menassa dijo...

¡Bibiana! Cuanto tiempo: yo en Olimpia no estuve más que en libros, cuando muy pequeña, pueden ser 8 años, mis padres me compraron una enciclopedia de Mitología e Historia de Grecia, de unos doce tomos, de la que devoré hasta la última letra. Me fascinan los mitos y la civilización griega.
Un abrazo

Mónica Angelino dijo...

La primera prueba fue la carrera, porque correr corremos todos
hacia la muerte, esa dama insomne que nos espera con los brazos abiertos,
porque huir, huimos solamente de nosotros mismos...
Eso es apoteótico!!

Leni dijo...

Sublime Alejandra.
No sabría con que verso quedarme.
Los has cosido todos para crear un vestido de fiesta que sirva para traer Atenas a Madrid.

Tengo una corazonada.
Bueno dos.
Este poema "alejandrino"jejeje..
serviría como inigualable estandarte de las olimpiadas.

Un beso.

Alejandra Menassa dijo...

Hola Mónica, gracias. Ya no sé qué más decir, tantas medallas el mismo día, jeje.
Gracias de nuevo y besos

Alejandra Menassa dijo...

Hola Leni: Los alejandrinos se ma ha ido un poco la mano, que casi tienes 28 sílabas, jeje (son dobles alejandrinos al menos). Últimamente, no sé porqué razón, los versos me salen largos como días sin pan. En fin, besos