Tras haber contemplado el fuego, el rapto
de una llama febril, del cielo a un abismo
abstracto, necio cómplice de un espacio
renegado de nubes, sin estaciones;
un mar de tierra que se ahoga en ausencias,
sin tregua ni confín, sin más territorio
que el silencio y el viento en avenencia.
Pervive un horizonte donde mis manos,
unidas a la piedra, se estremecieron;
obvia ecuación de sangre conjurada.
Desearía morir sin haberla amado
pero me atrae.
Esta tierra me atrae
como el monte de Venus de una mujer
en plenitud de entrega
-------------------------
© Sendas de Luna Llena.
7 comentarios:
Muy bello
La madre tierra, ya se sabe, Alonso...nos atrae con una fuerza que no es precisamente la de la gravedad.
Hermoso poema, me gustaron especialmente los últimos versos.
Un abrazo
¡Qué bien ese canto a la tierra! Poema compacto en estructura, tan compacto que comulga con la temática del árido paisaje.
Te diría una cosilla, pero me la reservo para ti solito.
Laura
La sangre tierra.
La tierra sangre.
Y uno.
Sangre y tierra.
Amarla es innato.
Aunque no elijas esa tierra.
Bello el fluir de esa sangre Alonso.
Beso
Nerea gracias por la lectura; Alejadra, agradezco tu puntualizacion acertada; Laura, gracias por venir, y bueno, ya me dirás esa cosilla que me tienes intrigado ¿se puede saber qué he hecho yo ahora?; Leni, gracias amigas, un beso.
.
Donde hay sangre hay vida...
"Pachamama", dueña y señora de todos nosotros, nos reclama.
Hermoso tu escrito.
Recibe un cordial saludo desde Berlín.
Querido Alonso: ¡Raptar una llama febril! ¡Qué osado es el poeta y que bien describe el indescriptible deseo!Gracias por haberlo escrito..
Publicar un comentario