Cuadro: Los amantes, de René Magritte.
Ella nada veía
y él tenía en los ojos
la noche.
Se querían
como dos ciegos
que se salvan.
Eran el uno al otro,
un madero frente
a la tempestad.
A veces, él rodeaba
su cuello
con las manos.
Y a veces, ella
rociaba con cianuro
su café.
Se amaban,
como un designio,
como una profecía,
construían su amor a trompicones,
temían que pudiera
terminarse un día.
Ella le escribía
un poema algunas noches,
y él, algunas noches,
le mentía:
Hoy tú eres mi sol
y yo soy tu agonía.
Hoy te hundiré mi carne
en las pupilas y brillaremos
como astros que hieren
antiguos firmamentos.
A veces, era ella
quien mentía
y le decía:
Hoy he gozado como nunca,
mi amor.
Hoy he sido la diosa
de la noche.
Y tú, tu sexo de oro,
tú mi mejor amante,
mi bandera.
Se deseaban,
engullían la noche
en alaridos,
en despedazamientos,
en huidas
y vuelta a empezar de nuevo,
en luchas cuerpo a cuerpo,
voz a voz.
Se olían como fieras
que esperan no morir,
confundían sus sexos,
aspiraban a ser
dos sombras en la noche
de los tiempos.
Una marca indeleble.
A los cien años,
se tendieron juntos
en la cama,
tomados de la mano,
pero esta vez
tampoco consiguieron
ese orgasmo al unísono.
Ella murió primero
y él aplaudió esa infidelidad
hasta en las despedidas.
Ella nada veía
y él tenía en los ojos
la noche.
Se querían
como dos ciegos
que se salvan.
Eran el uno al otro,
un madero frente
a la tempestad.
A veces, él rodeaba
su cuello
con las manos.
Y a veces, ella
rociaba con cianuro
su café.
Se amaban,
como un designio,
como una profecía,
construían su amor a trompicones,
temían que pudiera
terminarse un día.
Ella le escribía
un poema algunas noches,
y él, algunas noches,
le mentía:
Hoy tú eres mi sol
y yo soy tu agonía.
Hoy te hundiré mi carne
en las pupilas y brillaremos
como astros que hieren
antiguos firmamentos.
A veces, era ella
quien mentía
y le decía:
Hoy he gozado como nunca,
mi amor.
Hoy he sido la diosa
de la noche.
Y tú, tu sexo de oro,
tú mi mejor amante,
mi bandera.
Se deseaban,
engullían la noche
en alaridos,
en despedazamientos,
en huidas
y vuelta a empezar de nuevo,
en luchas cuerpo a cuerpo,
voz a voz.
Se olían como fieras
que esperan no morir,
confundían sus sexos,
aspiraban a ser
dos sombras en la noche
de los tiempos.
Una marca indeleble.
A los cien años,
se tendieron juntos
en la cama,
tomados de la mano,
pero esta vez
tampoco consiguieron
ese orgasmo al unísono.
Ella murió primero
y él aplaudió esa infidelidad
hasta en las despedidas.
Alejandra Menassa.
http://alejandramenassa.blogspot.com
8 comentarios:
Hola Alejandra.
Es tristísimo tu poema.
Vivir un "no amor".
No vivir el amor.
Es una ceguera negra.Sin esperanza de luz.Un engaño y una infidelidad en si misma.
Has contado una historía reál.
Y lo has hecho de una forma bellísima.
Poniendo luz hasta en la oscuridad.
(a mí me has puesto los pelos de punta)..
Beso linda.
Precioso decir Alejandra.
Mi aplauso para tus bien logrados
versos.
Al igual que a Leni, se me han puesto los pelos de punta. Es muy fuerte, por ciertas vivencias, la lectura de este poema.
Un texto excelente, Alejandra, de un contenido y profundidad, como pocos.
Ay, duele, duele.
Un abrazo y felicitaciones!
Gracias Leni.
No pretendía producir tanta tristeza, de alguna manera se aman, aunque sea ambivalentemente, el lector es el que acaba el poema al leerlo, así que hoy para tí fue triste.
Un abrazo Leni
Gracais Lila, cuanto tiempo, me daré una vuelta por tu blog.
Un abrazo
Gracias Bibiana, hay parejas que permanecen juntas para vengarse uno del otro, y eso es mucho más frecuente de lo que creemos. Y a veces, sin ser la tónica de la relación, caemos en ello por momentos.
En fin, sólo muestra un tipo posible de relación de pareja, hay otras menos crueles.
Un beso
Tal vez fue la única manera en que pudieron amarse, al fin de cuenta permanecieron juntos 100 años (un instante también puede significar 100 años)¿cuánto dura la eternidad?
Mónica
hola Mónica: es cierto, hay tantas maneras de amarse como humanos.
Un beso.
la eternidad dura 9 letras.
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