jueves, 26 de febrero de 2009

ESPERO A QUE LA PALABRA ME MATE


Fuente de la fotografía: liber-arte.spaces.live.com/blog

Las ventanas me miran siempre desde fuera,
con sus ojos salpicados de sexo, selva e incendios,
como una vagina insaciable.

Yo miro sus historias,
huelo el escalofrío de los vivos
como saltos de pértiga por un aire de espejo,
fuerzo la entrepierna del minuto de vidrio,
con todo el moho a punto de aliarse
con el diluvio del sol,
sodomizo la vida que se cose en cada gota,
encadenada a la furia,
a la impasibilidad del cristal,
al proyecto de un beso, a la humedad desperdiciada,
y entonces,
el vapor de mis dudas dibuja andamios,
estaciones, lenguas hostiles,
las manos del silencio,
su lágrima señalando a la noche que me ofrece su cabeza,
y lentamente, se visten de nombres las cosas.

Las ventanas nunca me abren sus fríos,
pero yo sigo esperando su carne obscena,
con los labios semiabiertos hasta el borde del mundo,
como en una oración a la sed,
al fuego, al poema,
espero con el vientre dispuesto a que el río me borre,
a que la palabra me mate
degollando el azul a dentelladas, cualquier día,
cualquier tarde en la que el dolor adquiera forma,
en esa estrofa donde desde la muerte
oiga crepitar el verbo.

1 comentario:

Laura Gómez Recas dijo...

¡Buff! Es un poema muy fuerte. Las palabras y su influjo devastador en el que las toma. Una relación viciada por la dependencia. Es hasta violento ir leyendo estos versos.
Tienes un gran poder narrativo y lo condimentas con unas imágenes estupendas.
Felicidades. Me ha gustado muchísimo. Es de esos poemas a los que tendré que volver.
Laura