Cuadro: Franz Von Stuck, el viento y las olas.
Yo lo maté, señor juez,
siento decirle que por nada,
siento decirle que no tengo
un motivo grandilocuente,
pasto para la prensa.
Lo maté por las mismas
razones que lo amaba,
lo maté casi de la misma manera
que lo amaba.
Lo maté cien, mil, millones de veces,
boca arriba, de costado,
sentado, en pie como a un fusilado
que no cae.
Con una pluma amarilla en los labios
y sin labios,
con las manos apenas,
sin tocarlo, sin mirarlo.
¡Cómo deseaba matarlo!
con un arma azul, con una hélice,
con una caricia cargada de veneno,
con una mirada indiferente.
Sí, sí, lo mate porque
tenía en los ojos la distancia
y en las noches de invierno,
me acariciaba como si fuera suya
y no tuviera escapatoria.
Lo maté porque sí,
porque no tenía alternativa,
para no convertirme
en la mujer que amaba.
Para no abrazarme
a una brújula desesperada.
Para escribir este poema, lo maté,
para cavar un hoyo en mi memoria,
para bordar un RIP
en su estúpido pijama de domingo.
Lo maté para matar el corazón
que me guardaba, para matarme,
lo maté para matarme, señor juez.
siento decirle que por nada,
siento decirle que no tengo
un motivo grandilocuente,
pasto para la prensa.
Lo maté por las mismas
razones que lo amaba,
lo maté casi de la misma manera
que lo amaba.
Lo maté cien, mil, millones de veces,
boca arriba, de costado,
sentado, en pie como a un fusilado
que no cae.
Con una pluma amarilla en los labios
y sin labios,
con las manos apenas,
sin tocarlo, sin mirarlo.
¡Cómo deseaba matarlo!
con un arma azul, con una hélice,
con una caricia cargada de veneno,
con una mirada indiferente.
Sí, sí, lo mate porque
tenía en los ojos la distancia
y en las noches de invierno,
me acariciaba como si fuera suya
y no tuviera escapatoria.
Lo maté porque sí,
porque no tenía alternativa,
para no convertirme
en la mujer que amaba.
Para no abrazarme
a una brújula desesperada.
Para escribir este poema, lo maté,
para cavar un hoyo en mi memoria,
para bordar un RIP
en su estúpido pijama de domingo.
Lo maté para matar el corazón
que me guardaba, para matarme,
lo maté para matarme, señor juez.
Alejandra Menassa.
6 comentarios:
Hermoso y desgarrador.
Un grito liberador.
Me ha encantado ,por que lo he sentido.
Beso
amor odio con la identidad de esa correspondencia posesiva con la que se tratan de justificar muchas locuras. Me ha encantado la forma inmediata que utilizas para declarar la insolvencia del acto: "señor juez,
siento decirle que por nada", y como además lo corroboras por la obsesiva certidumbre de creerse suya y no admitir que él lo crea. Un juego de sensaciones contradictorias, que trazas con soltura en un poema, como suelo decir, crecido de principio a fin
siempre un gusto Alejandra
Gracias Leni.
Un abrazo y un premio a la fidelidad de tus cálidos comentarios.
Besos
Gracias Alonso, es un poema muy ambivalente sí, porque lo maté es también lo amé, le hice el amor, creo que cuando yo lo leo se escucha claramente este juego matar-amar.
Gracias.
Un juego verdaderamente real, matar, amar, darse, quitarse.
Condundente, y maravilloso tu versar. Un abrazo grande
Gracias Lila, amiga, son bellas siempre tus palabras
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