sábado, 13 de septiembre de 2008

Quince hogueras salpicadas de barro



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CONXURO DA QUEIMADA
(fragmento)
E cando este brebaxe
baixe polas nosas gorxas,
quedaremos libres dos males
da nosa alma e de todo embruxamento

(fragmento en castellano)
Y cuando este brebaje
baje por nuestras gargantas,
quedaremos libres de los males
de nuestra alma y de todo embrujamiento.
Invocado el exceso como un postrero tiempo
en que la cercanía se ilustró con escritos
y la amistad alineó sus ojos
allá donde la lluvia, avivada en la tierra,
prendió con fuego quince hogueras salpicadas de barro;

la media noche pasa como un tañido de campana
y nuestros pasos se enderezan para ser sometidos por la distancia,
allá donde escarbar lugares, reír, hablar,
aguzar los sentidos, callar para escuchar la naturaleza,
el bosque, la llanura; el río interno de tu sed
se aviene en intereses con la prudencia,
la sobriedad y la mesura; nada es imprescindible
salvo los pies sumidos en las brasas de las extremas fechas;
más arriba que nunca polvo y maraña, hombre y madrugada,
broza en la sencillez del paisaje que suspira la hierba
y agua que juega mientras canta en la presencia y el fervor del Camino.

Enroscado en el pecho, el penúltimo día
amaneció revuelto de nubes y aguaceros;
alboroto e impaciencia se culminó en queimada:
aguardiente, azúcar, corteza de limón
de fruta algunos trozos y granos de café;

luna y sol en alianza invocando a las meigas
para alejar espíritus y maleficios
conjuro y sortilegio en la noche eclipsada.

¡Alas atravesando mis pies en la mañana última!

Benvidos! co camiño non cese
quedavos Finesterre

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