sábado, 14 de marzo de 2009

A José María Pinilla


Si, el hombre pasa, pero su voz perdura.
Luis Cernuda


Has dejado, bien sellado en nuestros ojos
versos que cada año serán más tristes,
no habrá otoños que no se tiñan de amarillo
ni vientos que no agiten los árboles
de tu atardecer,
Todo comienza y todo acaba, s
in embargo la luz vencida de las almas
bien sabe que siempre es pronto.

Hasta siempre querido amigo.

Mariano García

6 comentarios:

AMADEUS dijo...

Amigo Marlo, quería entender tu poema en otro sentido, cuando el cursor se desplazó, inconscientemente, hacia abajo, y me dí de bruces con esa realidad que nos arrolla.

Volveré como se merece ese gran poeta y mejor persona, que es, porque sigue siendo en nosotros, José María.

Siento que mi encuentro en este blog contigo, Marlo, haya sido por éste inevitable, por otra parte, tránsito a otros universos de José María.

Un abrazo a los dos, especialmente a él,

AMADEUS

AMADEUS dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Angeles Fernangómez dijo...

Gracias por este homenaje. Yo conocía bien a José Mª Pinilla y he seguido esta última trayectoria y sobre todo la final. Estoy todavía profundamente consternada por esta pérdida. En mi blog, tengo también puesto un homenaje que podéis visitar. Hay parte de un poema suyo y un SONETO que ayer mismo hice a su memoria. También están los detalles sobre la Ceremonia final que tendrá lugar el lunes.
Muchas gracias

François de Fronsac dijo...

Lamentable pérdida.

Erato dijo...

A J.M. PINILLA “IN MEMORIAM”.

Hoy, Pinilla, quiero hablar contigo,
para hablar también conmigo
y descubrir la magia del poema,
prescindiendo de ropas y tatuajes.
Quiero recordarte hoy desnudo,
como “tu perro”. Tú, perro que al ladrar
labrabas tu silueta en el cielo,
torneada por el aire.
Caminabas libre, como los hijos de la mar,
vivías solo, con tus sentimientos,
y construías así tu eterno poema eterno.
Vive en paz y sé feliz, José María,
sin tener que pedir perdón
por no proyectar camino
con tu mano viajando por su cuerpo,
pues ahora quedas libre de ataduras
a este “tránsito pasajero” tuyo, a labios
y besos, a odios y rencores,
a pálidos otoños y gélidos inviernos,
a voces que desgarran tu silencio,
libre de geografías y extensiones,
de lluvias y sílabas entrelazadas.
Ya puedes descartar los días sin sumarlos
y llevarte tus dos mitades: “tu volcán y tu secreto”.
Vive y sé feliz pensando que aquí quedan
tus palabras hurgando mis oídos,
tus ojos suaves de mirada pura hocicando
en mis entrañas, tu boca y tu voz sincera
desgarrando mi silencio, tus rectos sentimientos,
libres de ataduras y cadenas,
revolcándose en mis versos y llegando al corazón
desde la punta de los dedos.
Sigue dormido en los labios de tu sincera amada,
sigue amando su silencio cuando habla,
y sigue, desde el cielo, respondiendo con tu alma.
No busques ya la respuesta de su imagen
reflejada en el espejo de tu mente,
ni tampoco su sonrisa franca,
ni su aliento encuadernado en la orilla de tu río;
tu “tránsito” ya ha acabado,
-viva muerte lenta-,
y con él tus pasos, tus versos, tus respuestas,
tu mirada, tus manos frías, tu no presencia.




No has querido quedarte más, José María,
para ver discurrir la vida por tus versos
perfilados, llenos de amor y de pasión
a las olas peinadas del acantilado,
a tus dedos deslizados por las venas del tiempo,
a los momentos que en ti habitaban,
imprecisos, profundos, densos, sinceros,
que te ayudaban a desnudar tus miedos.
Sigue emitiendo tus mensajes a través
del viento y el llanto de las nubes negras,
que el cielo no tiene calendario,
y que, aunque cambie el tiempo de los verbos,
yo, aquí, contigo y con tus versos,
ayudaré a quien quiera interpretarlos.
Ya no tengas miedo de guardar el camino
de las cosas, ni la frase mutilada,
ni el verso inacabado, ni dejes de acusar
a tu generación con tu silencio blanco,
que allí, donde ahora estás, no hay ya noticias,
ni ascensos, ni galones, ni golpes bajos,
ni escarchas congeladas en tus ojos,
ni gemidos, ni empujones, ni derrotas,
ni respuestas de la no respuesta,
ni preguntas, ni puñales en los versos,
ni penas por el pliegue alado del otoño,
ni borbotones de naranja desangrada,
ni momentos perdidos, ni encuentros fracasados,
ni penas, ni oraciones, ni calvarios.

Allí, con tu paloma blanca,
tu rosa y eterna primavera,
tu libertad y tu patria conquistadas
en el mar inmenso,
allí serás feliz, Pinila,
y por allí navegarás siempre
en tu alada barca de madera
perfilando estelas de paz blanca
y eternas estrofas de perfume
que anegarán nuestro espacio,
nuestro tiempo y nuestro viento
de tu aroma libertario
y lleno de bondad,
que inundará también así
mi vacuo y dócil calendario,
y anidará siempre en mi recuerdo.


Jesús Delgado. 15-3-09

katerin dijo...

Mi niño, que dolor me has dejado...Que fuerte es esto...

Me duelen mis manos
me duelen mis dedos
y hasta mis ojos
me dueles tu
y sangro.