lunes, 9 de marzo de 2009

CELOS



Ella caminaba elegante, su pie seguro sobre la tierra dura,
su paso firme, tobillo al viento de la tarde, se demoraba por capricho,
el balanceo de sus caderas saludaba al murmullo ciudadano.
Estaba ebria de noches, sentidos embotados por las exhalaciones de los cuerpos,
manos cayendo en el laberinto entre sus pechos, vida en el borde de los párpados, despeñándose por sus mejillas, manzanas doradas por el sol tibio del invierno.

Le decía al mundo: mírame, y aquellos hombres, aquellas mujeres taciturnas,
la miraban, como un bien codiciado, como algo que se desea intensamente,
la soñaban vivir, y querían ponerse ese vestido del deseo
que ella dejaba caer sobre sus hombros distraídos.
Sus huellas las seguía una pléyade a prudente distancia.

Ella tocó su rostro con sus manos, besó su frente y le dejó una pluma
sobre la mesa de madera antigua con leones en las patas.
Ella le puso sus ropajes y lo unció con cadenas a la letra,
él, el poeta, el último hombre, se dejó penetrar por su sonrisa, la amó de más,
Se hizo para siempre soldado de sus huestes.

Ese amor puro de poeta y poesía tuvo cientos de hijos de papel y de tinta,
y los ojos del mundo, enardecidos, muriéndose de celos
o quizás admirando la riqueza infinita de las combinaciones:
Los primeros murieron celando y maldiciendo su impotencia,
los segundos murieron enceguecidos por la inmensa belleza.

Y hubo otros, los menos, que aceptaron no ser amantes únicos,
y dejaron, sobre el cuerpo celeste, sus poemas: la huella de su pie.


Alejandra Menassa

4 comentarios:

Leni dijo...

Precioso diálogo de amor el que se crea entre el poeta y la poesia.
Así su estirpe no deja de ser fructífera.

Muy bello como lo has contado.

Un beso linda.

Alejandra Menassa dijo...

Gracias Leni.
La poesía, esa fuerza incontenible...
Un abrazo y besos para tí.

Alonso de Molina dijo...

lo he dicho en más de una ocasión, a lo bruto: "la poesía es como un ladrillo que en cualquier momento puede caerte en la cabeza". Gamoneda, don Antonio, es más fino y menos radical: "Muchas veces me he preguntado si la poesía es un veneno o un remedio". y Alejandra más fina y certera, más sutil: "Ella le puso sus ropajes y lo unció con cadenas a la letra".

vamos bien!

aplauso compañera

Alejandra Menassa dijo...

Gracias Alonso. Cuidado con los ladrillos, la cabeza es uno de nuestros bienes más preciados.
Un abrazo