miércoles, 11 de marzo de 2009

Bombardeo en Irak

Congelaron mi alma tus ojos,
tus ojos de niño inacabado,
los que deberían brillar
como una vez lo hicieron;
ilusionados.
Hoy están inertes,
para siempre los apagaron
sembradores de muerte.

Eres cuerpo roto, más aún; destrozado,
tú, que sin miedo, deberías
saltar, brincar, jugar...
Pero el sacrílego brazo te ha sentenciado.

Lloro la desvergüenza y el dolor,
lloro sobre los cuerpos mancillados
que un día alegres jugaron
y hoy, al fin, lo harán sin temor.

¡Asesinos del Norte!
Vuestro oro y vuestro poder
no os servirán.
¡Asesinos del Sur!
Vuestro dios para mí
ha muerto ya.

¿Quién os ha dado poder
para decidir sobre la vida,
cortar de cuajo,
abrir tantas heridas?
Sólo espero que vuestro fin
no sea mejor.
Asesinos de inocencia y de ilusión.
¡Asesinos, sí, asesinos!
Asesinos del Mundo y de Dios.

3 comentarios:

Alonso de Molina dijo...

bienvenido Manuel, es un honor compartir espacio

aplaudo tu denuncia

.

Laura Gómez Recas dijo...

Manuel, ¡cuánta fuerza comprimida en unos versos! ¡Cuánta fe en tus palabras! Es un poema-puñal. Te atraviesa y se mete en las entrañas.
Enhorabuena.
Laura

Mónica Angelino dijo...

Lo triste, más triste, es que pareciera que con la tregua, desapareció el problema de Gaza, los titulares ya no venden. Por suerte, la poesía sigue hablando.

mónica